Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: La organización de giras se ha convertido en República Dominicana en un atractivo modelo de negocios. El nicho ha sido creado, y crece. Nada malo si se hiciera bien, con todas las garantías para la salud y la seguridad de los viajeros.
En estos tiempos ya es difícil pensar un colegio sin los famosos paseos. Pero más como instrumento de gestión de ingresos que como actividades extracurriculares. La mayoría de estos centros carece de espacios adecuados para la docencia, profesores de calidad, bibliotecas, laboratorios y salidas de emergencias ante algún evento. Mas no mancan en los viajes.
En universidades y otras empresas, entienden los viajes como indispensables, ya como apropiación de experiencias culturales o complemento de cursos, ya como acciones de responsabilidad social. Los organizadores tampoco fallan en ese objetivo.
Entre los atractivos para justificar los periplos de estudiantes, colaboradores de empresas e instituciones y personas de otros ámbitos, están los destinos turísticos.
Y Pedernales se convierte en uno de ellos en la medida que la gestión de gobierno actual ejecuta el Proyecto de Desarrollo Turístico.
Para los amantes de aventuras, excelentes playas, observación de aves nativas y migrantes, buceo, apreciación de los rastros de antepasados en las cuevas y de la fauna y la flora, así como degustar pescados y mariscos no contaminados, esta provincia del extremo más austral del territorio nacional representa una opción de primera línea.
Así que agendar un viaje hacia allá asegura una experiencia memorable, si prima un ejercicio de responsabilidad y de respeto por la vida por parte de quienes han identificado las excursiones como negocio.
Cerca del mediodía del 25 de febrero, Jassel Alexandra Mateo Rodríguez, economista de 28 años, desfalleció y murió durante una kilométrica caminata por un sendero hostil sobre “dientes de perro”, con una sensación de calor insufrible, hacia playa Trudillé, en el municipio Oviedo, Pedernales.
Marzo entra a su última semana; sin embargo, EcoturistaRD, la empresa que realizó el viaje, no ha emitido ningún informe sobre el caso. Y el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif-Azua) aún no entrega los resultados definitivos.
Pero no hay dudas de que la joven profesional lucía en salud a la hora de ser sometida a una inesperada experiencia de alto riesgo más propia del turismo de aventura.
Una de dos cosas antecedió el desenlace fatal: o los organizadores desconocían los riesgos de la travesía; o son unos depredadores que, conscientes de las precauciones que deben adoptarse ante aventuras como la mencionada, en el afán de hacer dinero, arriesgaron las vidas de personas útiles a la sociedad, como Jassel Alexandra.
Y las dos son inaceptables.
Pedernales, distante 307 kilómetros del Distrito Nacional, bajo ninguna circunstancia debe ganar fama con registro de turistas muertos y lesionados por falta de prevención. Sería lo peor para el objetivo de convertirse en un destino ecoturístico sostenible y sustentable, planteado por el Gobierno.
Alguna institución del Estado debería normar las excursiones en República Dominicana para disminuir riesgos con la vida y sean más provechosas.
El Ministerio de Turismo, por ejemplo, puede estructurar un protocolo que establezca los requisitos indispensables para movilizar grupos de personas hacia atractivos naturales y artificiales.
Todo debe comenzar con el permiso correspondiente, el estado de salud de los excursionistas (sobre todo, si se trata de aventuras), la calidad de los medios de transportes, la salud mental y pericia de los chóferes y la seguridad en el destino.
Las tragedias ocurridas hace un tiempo a turistas y lo ocurrido ahora con la joven Mateo Rodriguez deberían servirnos para algo.
En Pedernales se necesita comenzar ahora a poner reglas claras, ordenar la casa, para que el turismo florezca sano. Es mucho mejor que luego lamentar.
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