
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Como digno discípulo del espíritu salesiano de Don Bosco, el padre Alonso fue un verdadero pedagogo del alma, que supo guiar a los jóvenes de toda una generación en el camino de las más altas virtudes humanas y cristianas.
Fue un mocano por adopción, académico por vocación, y rector magnífico de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), donde se entregó con pasión a una educación integral, no sólo del intelecto, sino del corazón y del espíritu.
Su misión pastoral fue más que ejemplar: hizo de la enseñanza del evangelio un puente entre lo divino y lo humano, entre la fe y la razón, entre la tradición y la cultura.
Recuerdo las misas de cada domingo en la parroquia universitaria Santa María de la Anunciación de la UCSD, las enseñanzas de profundas reflexiones filosóficas nos permitían entender la vida cristiana: el amor de Jesús encarnado en cada acto de la existencia. En las graduaciones universitarias, sus discursos fueron verdaderas cátedras magistrales que transmitieron conocimientos, compromiso ético y profesional hacia los nuevos graduados y graduadas.
Padre Alonso, dejaste un legado inolvidable. Fuiste guía, maestro y amigo. Gracias por entregar tu alma y tu cuerpo al servicio de las juventudes dominicanas. Descansa en paz y en la plenitud del Señor.
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