El expresidente del Tesla salió por la puerta de atrás
Por David C. Mateo
Colaboración/elCorreo
El expresidente de la República que apareció este fin de semana conduciendo un automóvil Tesla en los paradisíacos paisajes del Este del país no es un referente para la democracia dominicana, sino que es un personaje que salió por la puerta de atrás de la historia.
Durante el periodo 2012-2020, la República Dominicana vivió bajo la administración de Danilo Medina, tiempo en el cual trascendió que el sistema democrático atravesó una situación de riesgo por el autoritarismo y el discurso del odio que predominaron como filosofía de gobierno.
La forma de hacer política y dirigir la cosa pública bajo un esquema de marketing indujo a recurrir al vulgar acoso a los medios de comunicación y tomar retaliación contra quienes discrepaban de ese estilo propio de los regímenes autoritarios, lo que en lo inmediato generó la pérdida de confianza en todas las acciones de todo cuanto emanaba de la burocracia gubernamental.
Las señales más evidentes de que algo andaba mal en la democracia dominicana se expresaban en cómo el grupo gobernante rechazaba ajustarse a las reglas democráticas de la competencia electoral, despreciaba la legitimidad de quienes no compartían su estilo, coartaban la libertad de expresión y compraban opiniones con recursos públicos para manipular la realidad.
Pero, resulta que el grupo gobernante bajo las directrices de Medina se le olvidaba que todo país democrático depende de sus ciudadanos y que ninguna persona puede por sí misma destruir su democracia, como tampoco puede uno solo rescatarla.
Durante los últimos 8 años, académicos, investigadores y analistas que evaluaban la democracia dominicana existía la preocupación de cómo afloraba la crisis de las instituciones y el futuro de la democracia, ya que su deterioro era inocultable.
La mayor expresión de cómo se deterioraba la democracia dominicana era el hecho de que una parte relevante de la población no mostraba interés en la política, debido a la caída de la confianza en las instituciones democráticas y en los políticos, reflejando esto los mayores signos que mostraban la insatisfacción política de los ciudadanos.
En la historia de las dictaduras dominicana se reseña que éstas eran fruto de los golpes de Estado de manera violenta, lo que, en la mayoría de los casos, frenaba el comienzo y desarrollo de la democracia.
La democracia dominicana contemporánea se conoció a partir de la instauración del profesor Juan Bosch como presidente constitucional de la República, el 27 de febrero de 1963. Aunque los golpes de Estado no son la única forma de frenar el desarrollo de la democracia, tal como lo evidencian los 12 años del gobierno de Joaquín Balaguer, también estas son destruidas por líderes elegidos popularmente que hacen uso del poder para cambiar las “reglas del juego político”.
Es bajo ese enfoque que se puede afirmar que Danilo Medina y su grupo gobernante hicieron todos los esfuerzos posibles para debilitar y destruir las vías democráticas conquistadas por los dominicanos, fomentar el desarrollo institucional, social y económico.
La mejor muestra de tales esfuerzos destructivos del “danilato” fue la forma en que se reformó la Constitución de la República con el único interés de viabilizar su reelección, imponer su voluntad a las instituciones públicas, debilitar el poder judicial e impulsar los negocios de empresas fantasmas relacionadas con el gobierno.
No conforme con debilitar las instituciones que soportan el Estado y la democracia, el grupo gobernante y Danilo Medina fomentaron la destrucción del PLD mediante la violación de sus estatutos, intentaron impulsar una nueva reforma constitucional e implementaron un fraude colosal utilizando las malas artes de la política y cuantiosos recursos financieros y logístico del gobierno.
En tal sentido, Danilo Medina puso en práctica su estilo autoritario imponiendo como un candidato presidencial del PLD a un personaje muy ajeno de la actividad política y a la tradición de ese partido.
Tal como revela la historia, esta forma típica de los gobernantes autoritarios que cuando se encuentran impedidos de extender su periodo constitucional por el repudio popular y las normas constitucionales apelan a fomentar pactos y alianzas políticas o electorales para legitimarse en el poder. Con esa actitud, Danilo Medina alimentó la creación de vectores destructores de la democracia y la división del PLD, lo que significó una renuncia a los éxitos propio de ese partido y su salida humillante del poder.
Danilo Medina y su grupo gobernante perdieron de vista que los partidos políticos son los legítimos guardianes de la democracia y que ya la ciudadanía estaba observando que la democracia dominicana estaba en riesgo y siendo desmantelada por sus acciones.
Estas son las razones que permiten arribar a la conclusión de que, literalmente, el conductor de automóvil Tesla de última generación que apareció en una zona turística del país al lado de un empresario salió del poder por la puerta de atrás del Palacio Nacional.
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