El discurso de Medina: una oportunidad perdida
Del Editor/ ElCorreo.do
SANTO DOMINGO: Si no fuese porque es un asunto tan grave la muerte de doscientas personas en poco más de un mes, el epicentro del discurso del presidente Danilo Medina debió estar en la celebración de las elecciones presidenciales y congresionales del 5 julio próximo.
Sin embargo, un cóctel de temas de extrema urgencia relacionado con el COVID-19 mantienen en vilo al país: ¿cuándo se aplanará la curva de muertes? ¿Cuándo se generalizarán las pruebas? ¿Cuándo habrá suficientes respiradores para los infectados graves?
Todas son interrogantes sin respuestas en el discurso del presidente Medina. Su alocución estuvo más centrada en un prematuro balance economicista de las acciones de su Gobierno y en crear una atmósfera positiva de cara al futuro.
Sin embargo, el mandatario perdió una oportunidad luminosa para aceptar la propuesta de la oposición política para concertar un pacto de unidad nacional que permita a todos los sectores del país sumarse a la lucha contra la pandemia.
Contrario a los gobernantes de la mayor parte de los países democráticos, Danilo Medina sigue “encapsulado” en las paredes de su gobierno, donde maneja con alto nivel de discrecionalidad las informaciones y las políticas públicas sobre el coronavirus.
Ha perdido una oportunidad para establecer vasos comunicantes con una oposición política que luce imprescindible para el manejo de la compleja contingencia de salud y presupuestaria que vive el país.
Pero, además, ha desaprovechado su discurso para ofrecer un espaldarazo a la Junta Central Electoral (JCE) en su objetivo de realizar elecciones generales y congresionales en julio venidero.
Como líder y cabeza de un sistema presidencialista, la voluntad del presidente Medina es esencial para controlar la pandemia y allanar el camino hacia las elecciones de julio.
La lacónica e incidental frase de su discurso que reza que, “cuando esto ocurra (la reactivación de la economía) ya no seré su Presidente”, no es suficiente para apoyar las elecciones, pues en lontananza se empiezan a dibujar nubes de incertidumbre política.
Más aún, una parte de la opinión pública ve con mucho escepticismo esa expresión, motivada por las dudas que crea el activismo mediático de un “cártel de abogados” que, con el candil de Diógenes, buscan incesantemente justificaciones para que no se celebren las elecciones y embarcar al país por el despeñadero de la prolongación más allá del 16 de agosto del gobierno del presidente Medina.
Por esa razón, la ausencia del tema de las elecciones de julio de su discurso es una oportunidad perdida.
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