Panorama

“Es peligroso que te tilden de pendejo”, dice Soto Jiménez en su nuevo libro «Dominicaneando»

Por Frank Núñez

Redacción/el Correo.do

SANTO DOMINGO: A su regreso al país después de una ausencia de más de tres años, quien fuera ministro de Defensa durante el gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004), mayor general retirado José Miguel Soto Jiménez, se ve activo en la promoción de su más reciente libro “Dominicaneando”, un compendio de meditaciones sobre lo que entiende como la esencia de la dominicanidad en temas tan disímiles como la gastronomía, la religión, la política y una psicología social que, en su opinión,  diferencia a esta nación caribeña de todas las culturas del mundo.

Soto Jiménez, fundador del Partido Quinta República, aliado al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), fue designado por el entonces presidente Danilo Medina, embajador en la República de China de Taiwán, el 22 de abril del 2017 mediante el decreto 131-17. Su permanencia  en el país asiático fue relativamente efímera debido a la apertura de las relaciones diplomáticas del país con la China Continental, que incluyó como acuerdo imprescindible el rompimiento de las mismas con el estado taiwanés.

De ahí se produjo su traslado a Emiratos Árabes Unidos, donde estuvo hasta agosto de este año, mes en que se produjo su destitución por el gobierno entrante del presidente  Luis Abinader.

El hombre de armas y de letras, que otrora publicara ensayos tan enjundiosos como Los motivos del machete, Memorias de Concho Primo, El Estrategicón y Las cincuenta y ocho leyes del poder de Juancito Trucupey, tuvo esta vez la oportunidad de mirar la dominicanidad desde la distancia, en “los antípodas” podría decirse, si se juzga con criterio geográfico el Asia y el Medio Oriente.

“Conocernos mejor para sortear esta crisis: voluntad, fe y esperanza”, es el lema con que Soto Jiménez promueve su nueva publicación de unas 550 páginas. Admite que la interiorización de los enunciados resulta difícil para el dominicano común. Coincide con Federico Henríquez Gratereaux en que “llevamos la guerra civil en el corazón, en una larga madrugada de espanto y estupor, donde los rocines falsos de los caudillos siguen galopando como bestias apocalípticas, entre las sombras de los escombros centenarios, como si fuera una pesadilla persistente”.

Con aparente nostalgia, el militar, político y escritor contempla al dominicano como en un “sueño malvado difícil de espantar, porque seguimos prendiéndole velas a la casualidad para ver lo que pasa, como si nos sentáramos idiotizados en la playa de la esperanza rancia bajo las palmeras”.

La Apología del pendejo en Santo Domingo

Dominicaneando: Los tres nombres del después de siempre, es el más reciente ensayo publicado por el general  José Miguel Soto Jiménez, escrito en la ciudad de Abu Dhabi, Emiratos Arabes Unidos. Se trata de reflexiones sobre la conducta dominicana desde la individualidad hasta la colectividad, con observaciones propias de la psicología social. La llamada “arritmia histórica”, señalada por Bosch, es referida por el autor con explicaciones sobre lo impredecible, complicada, sorprendente  y compleja mentalidad criolla.

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Salvo el yerro de atribuir a Maritain la conocida expresión de Renán de que “la nación es un plebiscito cotidiano”, puede decirse para completar al libro solo le faltó la “puya”, esas que canta Cuco Valoy, mencionado en el trabajo, frases indirectas que lanza el dominicano cuando no quiere asumir la responsabilidad de sus revelaciones.

Las creencias religiosas y supersticiones dominicanas, con una reiterada convicción de que las cosas son “a sigún”, porque se puede hacer “de tripa corazón”, conduce a creer que lo más peligroso en este conglomerado social es crear fama de “pendejo”.  Es equivalente a que en Argentina “te bauticen gil”, como dice el tango popularizado en la región por el cubano Rolando Laserie.

Soto Jiménez argumenta que en Santo Domingo, “que cojan a uno de pendejo” es el peor pecado concebido. “Que te cojan de pendejo es lo que no se puede permitir ni tolerar, es mucho peor que te tomen el pelo o que te hagan quedar como un tonto. Es lo mismo que te subestimen, que te saquen el jugo, y te boten del juego. Y una vez eres calificado como tal, como eso mismo, como un pendejo, no hay forma de recomponer tu imagen, y más difícil aún será tratar de cambiarte de bando o que te saquen de ese “jodido paquete”.

Argumenta que la situación ha llegado tan lejos en Santo Domingo que “en ocasiones una persona decente, fina, educada y honrada, alguien que sigue las reglas, puede ser confundida con un pendejo. Entonces surge la advertencia ineludible: ”No se vaya a creer que yo soy pendejo. Yo no soy ningún pendejo”.

Y va más allá: “El hombre manso, comedido, tranquilo, pacífico, tolerante, también es tomado por pendejo, porque no abundan los casi pendejos o los medio pendejos”. Reconoce sin embargo que tener “cara de pendejo no quiere decir que lo seas, y esa cara, si la sabes usar, te puede salvar la vida o librarte de algún trance”.

El fin inminente de la arritmia histórica

El autor observa que el país empieza a salir de la “arritmia histórica”, puesto en evidencia con las protestas de este año en la Plaza de la Bandera, movimiento que tendría algo en común con la Primavera Árabe que puso fin a muchos regímenes dictatoriales de la región donde se mantuvo últimamente como embajador.

La salida de la “arritmia histórica” acuñada por Bosch en su libro Composición Social Dominicana, significaría a juicio de Soto Jiménez, que el país se integró al curso histórico seguido por los pueblos de mayor desarrollo económico, educativo, científico y social, entre otros campos determinantes del progreso.

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