Redacción/elCorreo.do
SANTO DOMINGO: La proverbial suspicacia dominicana, enraizada en la cultura popular de acuerdo con las investigaciones del fenecido psiquiatra Antonio Zaglul, siempre puso en duda el suicidio del presidente Antonio Guzmán, 43 días antes de entregar el Poder Ejecutivo a su compañero de partido Salvador Jorge Blanco, ganador de las elecciones del 16 de mayo de 1982.
A 39 años del suceso que conmovió la conciencia nacional, la hija del mandatario, hoy embajadora dominicana en Washington, pone el tema nuevamente en la palestra aclarando que su padre se suicidó aquejado de “una depresión no tratada”.
Muchos ignoran que un hermano del político y hacendado también se había suicidado en su juventud, mientras se desempeñaba como empleado de la sucursal de la Curacao, en Moca.
Guzmán era conocido como un hombre de valentía probada, hasta el punto de que durante la revolución de abril de 1965 abandonó la tranquilidad de su holgada residencia en Santiago de los Caballeros para trasladarse a la capital, arriesgando su vida junto a los demás dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que habían logrado derrocar el gobierno de Donald Reid Cabral junto a los militares constitucionalistas.
En la mentalidad del dominicano común el suicidio es una demostración de cobardía, y Don Antonio era demasiado valiente para suicidarse. Es lo que se ha repetido desde aquel fatídico 4 de julio de 1982.
Entre la parte de la población que creyó la versión del suicidio hubo especulaciones que empañaron el entorno familiar, con señalamientos de que Guzmán se habría quitado la vida, avergonzado por actos de corrupción supuestamente cometidos durante su gobierno por su hija Sonia y su yerno José María Hernández, quienes desempeñaron puestos de secretarios de Estado.
Aclaraciones de Sonia 39 años después
Sonia Guzmán Klang, quien ha llevado la peor parte sobre los mitos urbanos creados en torno a la muerte de su padre, aseguró en la capital estadounidense que Don Antonio Guzmán Fernández, se suicidó el 4 de julio de 1982 (faltando 43 días para concluir el periodo constitucional), por una depresión profunda que nunca fue tratada y no porque ella y su esposo, José María Hernández Espaillat, estuvieran involucrados en actos de corrupción, siendo ambos altos funcionarios del Gobierno (1978-1982), como se ha especulado.
Entrevistada en el programa “Entre Líderes”, por los periodistas José Alduey Sierra, Manuel Ruíz y Jorge Solano, sostuvo que para la época del trágico suceso, el tema de la depresión en República Dominicana era tabú, y tratándose especialmente de un presidente, nadie, incluyendo los médicos, se atrevía a hablar de ello.
“En esa época hablar de una persona deprimida, era hablar de alguien que estaba medio loco, que tenía que ir al siquiatra”, refirió la embajadora.
“Eso fue una situación que lamentaron, pero inevitable que nadie se atrevía a decirlo. Mucha gente dice que fue por mí, que estábamos en corrupción, que yo era la dueña del hotel Lina y yo y mi marido, éramos que para allá y que para acá”, añadió.
Descarta especie de la conspiración
Sobre las teorías de conspiración que se tejieron y divulgaron sobre la muerte del mandatario, en las que se decía que era izquierdo y el tiro estaba en la sien derecha, respondió que su padre era derecho, pero en un accidente se rompió un huesito del hombro y usó un revólver calibre 38, cuyo gatillo se podía halar con suavidad, aunque tenía una pistola, pero es un arma que para sobarla requiere mucha más fuerza.
Dijo que sus revelaciones sobre el suicidio de su papá, las estaba ofreciendo como primicia al programa “Entre Lideres”, con detalles que no se conocían hasta ahora.
Aseguró que la depresión de su padre venía caminando desde hacía algún tiempo antes de matarse, pero nadie se dio cuenta.
“Y si algún médico sospechaba de eso, no tuvo la valentía ni se atrevió a decirlo, pero tampoco lo juzgo ni mucho menos”, precisó.
“Qué bueno, hablar de un hecho que ha ganado tantas especulaciones en esta época”, expresó.
“La depresión es una enfermedad que se trata con un psicólogo o un psiquiatra y es producida por hechos y algunos químicos que faltan en el cerebro y, en ese momento, hablar de un Presidente con depresión…una misma como familia, no tenía idea de lo que era depresión en esa época”, sostuvo.
“Con el tiempo son cosas que se van conociendo más y hoy se tiene mucho más conocimiento de esa enfermedad”, dijo.
Hipólito lo habría visto llorar
El expresidente Hipólito Mejía, amigo íntimo de Guzmán, dijo hace poco en una entrevista radial que acudió a un médico después de encontrar al mandatario llorando al lado de su caballo, quien le aseguró que el Presidente pudiera estar sufriendo de depresión, una enfermedad maldita, pero Mejía, no dio crédito al diagnóstico y se guardó el secreto.
Mejía fue el Secretario de Estado de Agricultura en el período de Guzmán.
Un hermano de Guzmán también se suicidó
Entre las múltiples teorías que se debaten sobre la depresión en la comunidad científica es la de que esa enfermedad mental tiene factores genéticos, por lo que hay familias con tendencia a padecerla hasta llegar al suicidio.
En el libro Mis vivencias en Moca, del abogado y escritor Persiles Ayanes Pérez Méndez, el autor refiere que un hermano del presidente Guzmán Fernández se suicidó en esa ciudad en sus años juveniles.
“Enrique Guzmán Fernández, hermano del ex presidente Antonio Guzmán Fernández, empleado de la Curacao, en Moca, se ahorca por no poder solventar una deuda de 200 pesos”, sostiene Pérez Méndez.
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