Frank NuñezPerspectiva

Círculos en la pelota dominicana

Por Frank Núñez

Colaboración/elCorreo.do

 PERSPECTIVA: Es mucho lo que se menciona el “circulo vicioso” en el habla coloquial dominicana. Muy poco se refiere su contrario, el “circulo virtuoso”. Un modelo del primero es el que viven los jóvenes de estratos sociales humildes, a los que no les dan empleo porque no tienen experiencia laboral y no tienen experiencia laboral porque no les dan empleo. El círculo vicioso se rompe para iniciar el virtuoso cuando logra la primera colocación y pone a prueba sus conocimientos, talento y disciplina, para convertirse en un agente codiciado para cualquier empresa o institución.

Al entrar diciembre, los dominicanos comenzamos a entretenernos con las fiestas navideñas y el campeonato de béisbol, pasatiempo por excelencia en esta patria de Juan Marichal, Pedro Martínez, Vladimir Guerrero y David Ortiz, para solo mencionar a los miembros del Salón de la Fama de las Grandes Ligas de los Estados Unidos, por lo que se explica que toquemos el tema a partir de cómo en los equipos se originan círculos viciosos y virtuosos que pueden llevarlos a la victoria o la derrota más vergonzosa.

La noche del pasado martes, 3 de los corrientes, los otrora “eternos rivales” de la capital, Leones del Escogido y Tigres del Licey, protagonizaron un enfrentamiento en el Estadio Quisqueya Juan Marichal, que puede convertirse en el punto de partida para un círculo vicioso para los rojos y un círculo virtuoso para los azules, no por el hecho de que uno perdiera y el otro ganara, como siempre ocurre en la pelota, sino por las incidencias muy especiales en que se produjo el desenlace.

Los recursos de la tecnología, televisión, radio, canales de YouTube, redes sociales y WhatsApp, permiten seguir el juego desde diferentes perspectivas y socializar impresiones con los relacionados, particularmente fanáticos. En el juego del martes, los bateadores rojos hicieron su trabajo y se observaba una alegría vibrante en la cueva escarlata, solo comparable con la de la fanaticada que levantaba sus banderas, gritaba y aplaudía las hazañas de su equipo, que llegó a la entrada octava ganando 7 carreras por una.

Si bien es cierto que mantiene vigencia la sentencia del filósofo del béisbol Yogi Berra, que plantea que “el juego no se acaba hasta que no termina”, no es lo mismo perder en una reñida competencia que literalmente “botar” una victoria por displicencia y/o negligencia, que fue lo que realmente ocurrió, cuando los lanzadores de relevo lucían que llegaron a ponerle las bolas esperadas por los bateadores azules, que las bateaban con una curiosa facilidad por zonas de nadie, además de las increíbles bases por bolas.

Nadie debe sorprenderse si el equipo rojo, que inició de manera impecable la presente temporada otoño invernal 2024-2025, inicie a partir de la referida derrota un círculo vicioso difícil de revertir, del que, si llega a retomar un círculo virtuoso, sea ya demasiado tarde, disputándose la cuarta posición para clasificar con los Toros del Este y los Gigantes del Cibao.

Las estadísticas del campeonato muestran una tendencia hacia arriba de las Estrellas Orientales, Tigres del Licey y Águilas Cibaeñas, que estuvieron debajo del hasta con cinco juegos, mientras los Leones del Escogido, de punteros, han caído en picada. De todos los partidos perdidos por los rojos, el más peligroso fue el del martes, por la forma en que se produjo y el desaliento que puede llevar a los bateadores que hicieron su trabajo y al picheo abridor. La asignatura que, en las escuelas de psicología de las universidades, tanto en la clínica como la organizacional, se conoce como Dinámica de Grupo, explica cómo operan las faltas o excelencias de los miembros, de manera positiva o negativa, reflejándose en los resultados del conjunto.

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Un equipo requiere del cumplimiento de todos. Por las faltas de uno puede perderse el esfuerzo de todos. Psicológicamente, los cumplidores llegan a desalentarse y concluir en que de nada sirve hacer el trabajo, si el resultado es la derrota por el fallo de algún compañero. De ahí que los equipos tengan dirigentes, managers, que adviertan a tiempo las fallas, esas que pueden evitarse cuando la ventaja es holgada, como es la situación en una ventaja 7 por una, faltando dos entradas.

El círculo vicioso se manifiesta en que la falta de confianza en la victoria resta el accionar competitivo que facilita la derrota. De ahí que no debe extrañar que los que hicieron siete carreras el martes frente a los azules no pudieran ligar una sola frente a los verdes en el partido del miércoles. Los psicólogos entendemos que, para salir de ciertos círculos viciosos, en todas las facetas de la vida, se requiere terapia, con el objetivo de recuperar la confianza perdida, sin la cual el triunfo se torna imposible.

Así como el desastroso juego que comentamos puede convertirse en un círculo vicioso para el Escogido, podría servir de círculo virtuoso para el Licey, cuyo mánager se encontraba hace unos días en la cuerda floja ante la presión de los fanáticos azules.

El daño que hace el círculo vicioso en la fanaticada es que, desencantada, deja de apoyar al equipo, con lo que se extingue el estímulo necesario para que el atleta se entregue a la conquista del triunfo. El temor a la derrota aleja al fanático del espectáculo, lo que solo se revierte con victorias que le devuelvan la confianza en el conjunto.

Antes de los episodios claves en el juego del martes, que terminó con una victoria 8 a 7 en favor de los azules, ya no eran necesarias más “pifias” rojas, los comentaristas de la cadena radial de los Tigres se iban en elogios al mánager de los Leones del Escogido Albert Pujols, a quien habrían entrevistado en una actividad deportiva, con algunos comentarios fuera de record que no se atrevían a revelar en la transmisión. Eso recuerda uno de los merenguitos que más suena en estos tiempos. ¡De verdad, que cualquiera se pone “chivo” con una cuestión así!

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