Salud

Búsqueda de vacuna mexicana contra COVID-1

"Están en marcha al menos dos proyectos, pero la falta de apoyo financiero ha tenido un impacto muy severo, ha retrasado el avance y no hay una ruta clara ni un calendario preciso para avanzar hacia una vacuna mexicana para la inmunización contra el nuevo coronavirus".

SPUTNIK

CIUDAD DE MÉXICO.- La búsqueda de una vacuna contra COVID-19 está demorada en México por falta de fondos públicos en los centros de investigación, dijo a Sputnik el epidemiólogo Malaquías López Cervantes, integrante de la Comisión para la Atención de la Emergencia del Coronavirus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

«Están en marcha al menos dos proyectos, pero la falta de apoyo financiero ha tenido un impacto muy severo, ha retrasado el avance y no hay una ruta clara ni un calendario preciso para avanzar hacia una vacuna mexicana para la inmunización contra el nuevo coronavirus», dijo a esta agencia el profesor e investigador en temas de Salud Pública en la Facultad de Medicina de la UNAM.

Las autoridades sanitarias esperan culminar en 2021 las investigaciones e incluso el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, propuso a mediados de febrero pasado que sea bautizada con el nombre de «Patria».

El más avanzado

El experto en estudios de salubridad, sobre enfermedades como el dengue, el cáncer de seno o el sarampión, indica que el proyecto más avanzado está en la Universidad Autónoma de Querétaro, en un enclave industrial del centro del país.

Esa investigación «ya logró un antígeno que genera una respuesta inmunitaria de anticuerpos contra el coronavirus y ya podrían avanzar hacia otras fases de pruebas en humanos; pero están estancados por falta de fondos para desarrollar correctamente el proyecto», lamenta el especialista de la mayor institución mexicana de estudios superiores.

Cree que los investigadores mexicanos deberían «estar en otro punto del camino si los recursos financieros estuvieran garantizados, para pasar a una etapa siguiente en campo».

Las fases pendientes son: «la aplicación de los antígenos en pruebas completas en laboratorios y en animales, para pasar después a las pruebas en humanos; pero nada de eso se ha desarrollado porque no ha habido respaldo suficiente», lamenta el investigador, galardonado con el Premio Anual de Investigación en Epidemiología (1997), que otorga el Instituto Nacional de Salud Pública.

Una luz en Querétaro

El académico considera «desesperante» el dilema de la rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro, Teresa García Gasca, quien batalla por encontrar fondos para desarrollar las investigaciones de una «proteína quimérica recombinante», bautizada «Quivax 17,4».

Los fondos requeridos para continuar son una gota en el mar del presupuesto mexicano: apenas un millón de dólares.

Ese proyecto toma como modelo la proteína del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, detectado en China a fines de 2019, para diseñar seis péptidos, a diferencia de otras vacunas que reproducen toda la proteína o de las vacunas de moléculas genéticas ADN o ARN, que inducen a las células a producir las conocidas espículas o picos que patógeno utiliza para fijarse en las células.

En México no existe una hoja de ruta clara porque la institución que durante décadas se encargó de la investigación, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) «está frenado y se ha convertido en una especie de cadáver viviente ante la contingencia», prosigue el entrevistado.

De manera inesperada, ha sido la cancillería mexicana y no la cartera de Salud la encargada de financiar los proyectos.

Hace un año, cuando sonaron las alarmas por la pandemia, se formaron cuatro proyectos que parecían prometedores, pero se han quedado en la fase prospectiva.

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Mientras tanto, el Instituto Butantan del Gobierno de la ciudad brasileña de São Paulo (sureste) anunció el viernes la creación de la primera vacuna contra el COVID-19, y Cuba ya prueba sus vacunas Soberana 1 y 2.

«Para México sería una tragedia rezagarse, porque Brasil y Cuba ya hablan de pruebas en campo, en humanos, y pronto van a tener sus propias vacunas», estima el epidemiólogo.

En los círculos de investigación médica no entienden cómo se encarrilarán al éxito los proyectos que anuncia el Gobierno.

«La UNAM se quedó sin recursos y ya se gastó todo lo que tenía, solo avanzan en la fase preliminar interna en laboratorio, porque salir a ensayos campo es otro nivel de complejidad», resume el investigador.

Tecnologías contra el nuevo coronavirus

La tecnología más avanzada contra el nuevo coronavirus ha consistido en desarrollar una molécula que provoque la generación de anticuerpos, como las vacunas estadounidenses de Pfizer, que aplica el conocimiento acumulado por la alemana BioN Tech, y la farmacéutica Moderna.

Ese método de alta tecnología, explica López Cervantes, toma de un gen del virus un segmento que codifica la producción de la proteína espiga, que forman conocida corona de picos del virus.

«Los investigadores identificaron la parte del genoma viral que codifica la generación de la espiga, y ese fragmento induce al cuerpo humano a generar anticuerpos, pero esa fase no la tienen nuestras investigaciones en México», indica el experto.

Otra tecnología es la utilizada por la vacuna china Sinovac o la rusa Sputnik V, que se crean a partir del virus muerto, que se inactiva.

«Los cadáveres de los virus constituyen la vacuna, es el antígeno que al ser reconocido dispara la producción de anticuerpos, y cuando entra el virus real lo aniquilan» explica el especialista.

Esos dos procedimientos se pueden hacer en laboratorio, pero son tecnologías muy costosas.

El escenario en el que se mueve la ciencia mexicana antiviral es el nivel de la Universidad de Oxford, de China o Rusia, para desarrollar vacunas con vectores virales de cadáveres o restos del patógeno que no provocan la enfermedad, con fragmentos del SARS CoV-2.

López Cervantes conoce ese procedimiento para que una molécula genere la inmunidad.

«En los años 1990 llegamos a pruebas para inmunizar mediante aerosol, ahora la vacuna cubana plantea la posibilidad de aplicarlo como un ‘spray’, que active el tracto respiratorio, así lo hicimos contra sarampión hace 30 años», recuerda.

Por ese método para inmunizar con aerosol ante un brote de sarampión, el investigador ingresó a la Academia Nacional de Medicina en 1992.

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