
Colaboración/elCorreo.do
Pedernales: una de las tres provincias más pobres del país, apenas contaba con 427 cuentas de Internet en 2019. Las otras dos poblaciones sumergidas en el ostracismo fronterizo son Independencia y Elías Piña, con 544 y 569 suscriptores fijos, respectivamente.
El patetismo de los datos ha asombrado al presidente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel), Nelson Arroyo, quien ha dicho: “Estoy sorprendido. Pensaba que este país estaba mejor conectado, pero una vez he tomado posesión, me he dado cuenta de que la conectividad sigue siendo un gran problema y que, ciertamente, hay una gran brecha digital en la República Dominicana”.
Pese a los rimbombantes planes del pasado Gobierno de Danilo Medina y de su “República Digital”, Internet sigue siendo un privilegio del denominado Cinturón Dorado, una decena de provincias que concentran más del 65 por ciento de la conectividad.
La otra parte del país vive en las penumbras de un Internet deficiente, cuando no inexistente.
La realidad ha abrumado no sólo al director de Indotel, sino al país que ve con escepticismo los planes del Ministerio de Educación de iniciar el año escolar 2020-2021 usando la plataforma de Internet para evitar las clases presenciales en el momento más crítico de la pandemia.
El año escolar está previsto para iniciar el 2 de noviembre bajo modalidad virtual, luego que el presidente Abinader se comprometiera a invetir de 27 mil millones de pesos para dotar a los estudiantes y profesores de computadoras y “tabletas”.
Pero, la educación virtual supone un reto insuperable para muchas familias marginadas que carecen de acceso a Internet.
Los datos de Pedernales, Independencia y Elías Piña respecto del número de cuentas fijas han disparado las alarmas, pues en las provincias donde se da una situación similar, la conectividad apenas representa el 0.1 del total de cuentas indexadas a las redes.
En un artículo publicado en esta misma columna antes de la toma de posesión de las actuales autoridades educativas, afirmábamos que el principal reto del ministro Roberto Fulcar es evitar que se sigan arrojando a la fosa de los excluidos sociales a niños, niñas y adolescentes pobres para quienes el acceso a la educación ya es una hazaña.
Si la educación les falla, estos “ejércitos de olvidados” pasarán a formar parte de las filas paupérrimas de la delincuencia pospandémica y las tasas de crecimiento de embarazos púberes.
Será como escribió Héctor Incháustegui Cabral: “…y en la amplia bandeja del recuerdo/dos o tres casi ciudades (…) empalizadas bajas y altos matorrales/las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria (…) lo demás es ruina”.
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