Bienvenido ChecoPerspectiva

Antonio Guzmán: el precio de callar

RELEVANTES/ Bienvenido Checo

Colaboración/elCorreo.do

PERSPECTIVA: “La política no es para sentimentalismos ni clanes; es para servir con cabeza fría a la nación”. Frase atribuida a Don Juan Bosch.

A 43 años de su suicidio, el país aún aprende de aquel silencio fatal, cuando, la madrugada del 4 de julio de 1982, el presidente Silvestre Antonio Guzmán Fernández, tomó una decisión que marcó la historia dominicana. Con un disparo seco y silencioso, se suicidó en el baño del despacho presidencial del Palacio Nacional, apenas a 43 días de entregar el poder a su compañero de partido (PRD), pero acérrimo enemigo, el doctor Salvador Jorge Blanco. Su muerte dejó atónita a la nación, pero también abrió heridas políticas que aún «supuran».

Guzmán llegó a la presidencia en 1978 representando una esperanza, la transición democrática, la decencia rural, el cambio después del continuismo, pero los cuatro años siguientes revelaron otra cara del poder: corrupción en los altos mandos militares, en funcionarios civiles y, peor aún, en su círculo íntimo familiar.

En lugar de actuar con firmeza, lo encubrió, no detuvo ni desarticuló, simplemente calló, y ese silencio fue su condena moral, su suicidio no fue solo producto de la depresión o la traición de allegados, fue también el desenlace de una conciencia que no quiso cargar con la exposición pública de sus propios vínculos corruptos.

Y aquí comienza el verdadero drama de Don Antonio Guzmán. El sabía lo que ocurría, no era ingenuo ni desinformado, sus servicios de inteligencia investigaban, le informaban y documentaron, y cuando la podredumbre alcanzó a su entorno cercano «gente de su total confianza, incluso con lazos de sangre», optó por el silencio sepulcral, pues entendía que el antagonismo de su sucesor en la presidencia de la república, Salvador Jorge Blanco, hacia él, lo haría pieza de persecución política y familiar y de carne de cañón, pues “el hombre de las manos limpias» y el presidente saliente tenían asuntos pendientes.

Te puede interesar:   ¿Cuándo...?

Algunos han querido romantizar su muerte como un gesto de honor, pero la historia exige claridad, la política no es un drama emocional, es razón, ley y deber público. A un presidente no se le elige para proteger su círculo íntimo y familiar, sino para dirigir y proteger un Estado.

Don Antonio Guzmán fue, sin duda, un hombre decente, pero la decencia personal no basta en la presidencia, si no se combina con carácter, coraje y responsabilidad histórica, puede convertirse en complicidad silenciosa, su muerte fue un acto íntimo, pero su silencio fue una tragedia nacional.

rdvisionnoticiosa@gmail.com

Somos un medio independiente que asume un compromiso con la libertad de expresión, la transparencia y el acceso a la información de los ciudadanos.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba